Continuamos alimentando al monstruo de las toallitas (¿recuerdas a Matilda?) y no para de crecer, y con él, los problemas en nuestras ciudades
Basta con que caigan unas gotas del cielo para que el campo lanzaroteño lo agradezca recubriéndose rápidamente con una lámina de brotes verdes, pero también que salga a flote uno de los mayores problemas medioambientales a los que se enfrenta la isla de Lanzarote: LA PRESENCIA CONTINUA DE RESIDUOS SÓLIDOS NOCIVOS EN LA RED DE SANEAMIENTO.
Es probable que en pocas semanas vuelva a llover, y muy probable, que se registren los “llamativos” episodios de desbordamientos de alcantarillas, colapsos y vertidos en estaciones de bombeo de aguas residuales, mal funcionamiento de depuradoras, etc. Y es probable que las críticas hacia la gestión del agua también salgan a flote. ¿Pero será posible que en algún momento de forma individual y personal nos paremos a reflexionar sobre lo que estamos haciendo mal cada uno de nosotros para que lo descrito se produzca?
Mantenemos la confianza de que ese momento llegará. Es el objetivo que persigue este post corporativo que publicamos con motivo del Día Mundial del Saneamiento.
No se trata de hablar en este espacio del caso de Lanzarote, cuya situación y datos sobre este problema puede ser consultado aquí. Se trata de informar sobre este “mal” de forma global, pues es una circunstancia que afecta a todo el mundo.
Nadie discute que los daños medioambientales asociados a tirar por el inodoro toallitas húmedas son una realidad. E igual de real es que los problemas que ocasionan “estas malas costumbres” en vez de ir atajándose, parece que se van incrementando en todo el mundo.
Según la Asociación Greenpeace, durante el año 2020 se produjo un incremento del 50% en España en el consumo de toallitas húmedas o higiénicas, probablemente como consecuencia del confinamiento que sufrimos. Y como reflejo de ese consumo se ha detectado que la mayor parte de los residuos sólidos que llegan a las depuradoras hoy día son toallitas.
Otro informe, en este caso de SEO/Birdlife en colaboración con Ecoembes, señala que “cada español consume al año más de 15 kilos de toallitas húmedas, lo que sitúa a este país por encima de la media europea”. ¿A dónde van a parar todas esas toallitas”.
Si creemos que los problemas que ocasionan las toallitas se reducen sólo al daño de las infraestructuras de saneamiento, estamos equivocados. “Las toallitas húmedas no son biodegradables, aunque se anuncien en muchos casos como tal, según la OCU. Están hechas de microplásticos en la mayoría de los casos, y en otros, de microfibras de celulosa. Contienen, por tanto, fibras sintéticas y sustancias que impregnan el tejido como conservantes, surfactantes e hidratantes. Por eso, las toallitas, y otros residuos lque contengan plásticos, tirados inadecuadamente a la red de saneamiento, además de producir atascos y colapsos, se van desintegrando en microplásticos que terminan directamente -en nuestro caso- en el mar”. Ahí, en el océano que nos rodea, “esas fibras plásticas de las toallitas pueden tardar más de 100 años en degradarse”, según explica Greenpeace. Y eso, sin contar que alteran los hábitats y contaminan a lo largo de toda la cadena trófica. ¿Te remueven algo los datos?
Ya podemos exigir a los responsables municipales, insulares (en el caso de Lanzarote), nacionales o europeos que legislen y obliguen a las empresas de toallitas a que las fabriquen con otros criterios menos dañinos para el entorno; o pueden exigir y pedir a las empresas de aguas, como es Canal Gestión Lanzarote, que desarrollemos mecanismos y políticas de prevención en este sentido; pero si todos seguimos pasando de todo, continuamos tirando las toallitas al inodoro, el problema seguirá y continuará. Y el monstruo de las toallitas, aquel que tiene obsesionada y preocupada a Matilda, seguirá creciendo y creciendo hasta hacerse infinito.
Lamentablemente no se trata solo de toallitas húmedas o higiénicas. Hay muchos residuos que acaban irresponsablemente en el retrete, en lugar de en la papelera o cubo de basura. Tiritas, compresas, algodones, preservativos, gasas o bastoncillos son sólo algunos ejemplos. Por eso, hacer una correcta gestión de los residuos domésticos es indispensable.
Y es que además de los daños medioambientales que provocan, en términos económicos entrañan unos costes estimados superiores a los 200 millones de euros a nivel nacional, según datos de la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas (AEAS).
Así que… no pasemos de todo. Seamos responsables. Y recordemos día a día que por el váter sólo se deben tirar tres cosas: orina, heces y papel higiénico. Por sus siglas en inglés (pee, poo and paper), a esta regla se le conoce internacionalmente como la triple P o PPP.